CUANDO APOLO ENCONTRÓ A DIONISOS

2009 / 19 minutos / Comedia fantástica

SINOPSIS:

Apolo quiere conquistar a Dafne, la exótica bailarina del Club Narciso. Pero su malvado jefe la tiene hechizada para que nadie pueda arrebatársela. Apolo necesitará la ayuda de su seductor reflejo, Dionisos, para derrotar al malo y liberar a su amada.

Interpretado por: Willy Villalba, Erika Sanz, Álvaro Manso, Javi Coves, Manu Lara
Guión, Producción, 
Dirección y Montaje: J. M. Asensio
Dirección de Fotografía: Iván Sánchez, Benito Herrera, David Barrio 
Arte: 
David Criado, J. M. Asensio, Juan Antonio Castro
Diseño de Sonido: 
Federico Pájaro
Música: 
Joseba Beristain y Fernando Velázquez

PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE y PREMIO DEL PÚBLICO
3º Certamen de Cortometrajes de Linares

CÓMO SE HIZO “CUANDO APOLO ENCONTRÓ A DIONISOS” 

ACTO I: LA PREPRODUCCIÓN 

Los cimientos de este corto se construyeron durante el primer ciclo de mi carrera universitaria, en el que tuve una asignatura llamada “Estética y Teoría de las Artes”, impartida por Juan Carlos Marset. Este profesor nos explicó la dualidad entre lo apolíneo y lo dionisiaco, conceptos que estudié en Filosofía y que también se aplican al arte, donde existe un equilibrio entre lo que representa el dios Apolo: lo racional, el orden, la proporción… frente a su opuesto, Dionisos, símbolo de la locura, el caos y lo barroco.

Uno de los artistas que plasmaron esta dualidad fue el cineasta francés Jean Cocteau, quien trató la mitología clásica desde una perspectiva poética y vanguardista. En clase vimos algunas de sus películas, como La Sangre de un Poeta, La Bella y la Bestia y Orfeo, que en su día fueron innovadoras y que a muchos cinéfilos les encantan. A mí me resultaron aburridas y altamente parodiables.

A la derecha, un fotograma de Orfeo (1949, Jean Cocteau).

Imagina la típica escena de un alumno que en mitad de la clase dibuja una caricatura y se la enseña a escondidas a sus compañeros. Pues así empezó este proyecto: dibujando en mis apuntes situaciones cómicas inspiradas por las películas del señor Cocteau. De hecho, tuvimos que rodar un anuncio para otra asignatura y mi grupo hizo una parodia de esos pomposos anuncios de perfumes con locuciones en francés. Nuestro perfume se llamaba “Orphée”, y el anuncio era un plano fijo en blanco y negro de un chico con una camiseta de tirantes que buscaba a alguien con la mirada, mientras una voz en off gritaba “¡Orféeee, Orféeee!”. El chico era yo, y afortunadamente no existen copias de ese anuncio.

El caso es que se me ocurrió parodiar el cine de Cocteau utilizando otro mito griego: el de Apolo y Dafne. La historia sería una comedia romántica en la que un chico quiere conquistar a una chica pero no es lo bastante atrevido para hacerlo, y eso provoca la aparición de su “otro yo” en el espejo: una personalidad más segura, carismática y traviesa, que se ofrece a ayudarle. Esta dualidad entre lo apolíneo y lo dionisiaco definiría a los personajes y estaría presente en los decorados, el montaje y la música. Pero entonces estaba muy centrado en El Legado de Atecna y no quería empezar otro proyecto en paralelo, así que guardé la historia para desarrollarla en el futuro.

No fue hasta el año 2002 cuando por fin escribí un primer borrador de este corto, que tomó su título de la famosa película Cuando Harry encontró a Sally. Y cuando lo acabé ilustré su portada con un dibujo bastante revelador de lo que ocurría en la historia.

Este primer borrador se centraba en el triángulo amoroso entre Apolo, Dionisos y Dafne. Narciso no era el malo de la historia ni tenía secuaces. Sólo era otro pretendiente de Dafne que aparecía en la pista de baile para enfrentarse a Dionisos en un duelo muy parecido a los de Scott Pilgrim contra el Mundo. El tratamiento visual que quería darle al corto bebía mucho del cómic y eso se tradujo en un proyecto muy caro que no podía rodar con los medios que tenía a mi alcance.

Viendo que ni éste ni otros proyectos personales conseguían salir adelante, en 2003 aposté por Rata de Túnel y gané. De 2004 a 2006 la distribución de este corto me llevó a conocer el mundo de los festivales y en ellos vi trabajos de otros directores que arriesgaban haciendo producciones muy potentes de ciencia-ficción, fantasía y terror, que me animaron a poner en marcha este guión.

Por aquel entonces había retomado el contacto con un viejo amigo de EGB, David Criado, que estudió Bellas Artes y trabajaba de decorador. Le hablé del guión y me dijo que en Linares había una discoteca ideal para rodar la escena del duelo de baile, porque tenía columnas griegas y estatuas que encajaban con la estética “griega-pop” del corto. Estaba en La Tortuga Azul, un complejo para celebraciones situado a las afueras de la ciudad.

El 27 de enero de 2006 fuimos a ver el complejo y hablamos con su gerente, que accedió a dejarnos rodar allí con una condición: que lo hiciéramos de lunes a jueves, los días en los que la discoteca estaba cerrada al público. Luego nos abrió sus puertas, encendió todas sus luces y le hice varias fotos para no olvidar ningún detalle. Efectivamente su estética era perfecta para el corto, y lo que más me gustó fue que tenía una planta superior donde estaban las estatuas, y que podía darme juego para la historia.

De vuelta a casa re-escribí la escena para adaptarla a esta discoteca, y se me ocurrió que Dafne evitara la pelea entre Dionisos y Narciso obligándolos a bailar. Este duelo de baile empezaba en la pista y terminaba en la planta superior. Allí Narciso atacaba a traición a Dionisos pero Dafne se daba cuenta y le tiraba una bebida a la cara. El maquillaje de Narciso se derretía revelando su verdadero (y feo) rostro, y Dionisos le propinaba un bastonazo que lo sacaba volando de la discoteca. La secuencia terminaba con Dionisos llevándose a Dafne en brazos, como el final de Oficial y Caballero.

Fotos de la discoteca y el storyboard animado del duelo

Dibujé el storyboard de la escena a falta de saber cómo sería la coreografía, y lo animé con música de fondo. De repente tenía un videoclip en mitad de la historia, que referenciaba al mítico Smooth Criminal, donde Michael Jackson entra en un garito de mafiosos y se va librando de ellos mientras baila. No era mala idea que la escena protagonizada por Dionisos fuera un videoclip, porque así también quedaba plasmada la dualidad apolínea-dionisiaca: las escenas del baño de Apolo tendrían un tratamiento narrativo “clásico”, y la escena de la discoteca con Dionisos tendría un tratamiento “moderno”.

Respecto al baño, lo había imaginado como un espacio tan teatral en su diseño y tan griego en su decoración, que difícilmente íbamos a localizar uno así en Linares… a menos que lo construyéramos. David era decorador y podía conseguir elementos griegos de escayola como columnas, capiteles, ménsulas… Yo también tenía experiencia construyendo decorados por la celda de Rata de Túnel, pero esta vez la obra iba a ser más compleja y costosa. Se nos planteó entonces otra cuestión: ¿dónde íbamos a realizarla y a qué precio?

Diseño 3D del baño de Apolo, realizado por David Criado

Ese mismo año conocí a Juan Antonio Castro, otro realizador de Linares que había vuelto a la ciudad después de una temporada trabajando en Madrid. Hicimos buenas migas, vimos nuestros respectivos cortos, y le invité a formar parte del proyecto. Juan Antonio me recomendó como protagonista a un actor con el que ya había trabajado y que podía darme ese doble registro tímido y canalla para Apolo y Dionisos: Willy Villalba. Por mi parte había pensado en Erika Sanz para Dafne, ya que necesitaba una actriz-bailarina que llevara las riendas de la coreografía. Erika trabajó en la serie Un Paso Adelante y en una serie para móviles titulada Supervillanos donde salía con un look que me gustó para Dafne. Pero aún era pronto para contactar con ellos. Antes había que resolver el asunto del decorado.

No podíamos iniciar oficialmente la pre-producción del corto hasta que tuviéramos cerradas sus localizaciones, y dado que el baño de Apolo había que construirlo, necesitábamos un lugar para hacerlo. En Linares no hay platós de cine, lo cual nos llevó a considerar una nave industrial o un local vacío, cuyo dueño no nos cobrara un alquiler puesto que el gerente de La Tortuga Azul tampoco iba a cobrarnos por el uso de su discoteca. Pero la búsqueda se fue alargando y empezamos a tener “mono de rodaje” que nos quitamos realizando el spot Travelling para el Festival Escorto. Después asistí al Festival de Música de Cine de Úbeda, entré en su organización, me surgieron otros trabajos, y el proyecto de Apolo y Dionisos volvió al limbo, o como lo llaman en Hollywood: el “development hell” (el infierno del desarrollo).

Ya pensaba que no rodaría este corto cuando un año después, en julio de 2007, Juan Antonio me llamó para decirme que su padre le había dejado las llaves de un local que estaba en alquiler. Esa misma tarde fuimos a verlo y me llevé la cámara de vídeo para documentar la visita. El lugar era una mezcla de oficina de los años 80 y hogar del jubilado, con varias habitaciones llenas de muebles antiguos y apuntes de ingeniería… porque según me contó Juan Antonio, aquello era propiedad del Colegio de Ingenieros de Jaén, que en mi imaginación peliculera organizaba allí sus reuniones secretas como los Canteros de Los Simpsons.

Como no sabíamos cuánto tiempo estaría a nuestra disposición, lo aprovechamos para rodar 354, un pequeño corto para la segunda edición del Festival Escorto que también requirió construir un decorado. Juan Antonio le enseñó el corto a los dueños del local y les gustó, por lo que les pidió que nos lo dejaran más tiempo para rodar otro corto “más ambicioso”. Como parecía que aquello no se iba a alquilar en mucho tiempo, los dueños accedieron y por fin, en septiembre de 2007, pudimos arrancar la pre-producción de Apolo y Dionisos.

Teníamos por delante mucho trabajo, así que nos dimos un plazo de dos meses para todos los preparativos. Marcamos en el calendario la última semana de noviembre como fecha de rodaje y lo primero que hice fue contactar con todas las personas que esperaban la confirmación del proyecto, empezando por tres que había conocido en el segundo Festival Escorto: el escultor Alfredo Llorens, que diseñó sus trofeos y se ofreció a realizar algunos elementos de arte para nuestro corto; el actor Álvaro Manso, que presentó las galas del Festival y se apuntó para interpretar a Narciso; y el fotógrafo José Domingo, que hizo un reportaje del Festival y se sumó al equipo como foto fija.

Alfredo fue el primero en ponerse manos a la obra y el 15 de septiembre me envió por e-mail un boceto del bastón de Narciso. El diseño de la empuñadura era perfecto porque mostraba un hombre arrodillado mirándose en el agua. Ése era el mito de Narciso, que murió ahogado intentando atrapar su propia belleza. Varios días más tarde recibí dos fotos de la empuñadura ya realizada, a falta de pintarla y colocarla sobre el mango del bastón. Para simular el agua Alfredo utilizó un trozo de espejo.

Diseño de la empuñadura del bastón de Narciso, realizado por Alfredo Llorens

Después hablé con el gerente de La Tortuga Azul, que después de un año y medio pensaba que el corto se había cancelado, y le pregunté si la discoteca estaba disponible la última semana de noviembre. Me dijo que no tenía nada previsto para esos días, siempre que rodásemos de lunes a jueves, y ya con la localización asegurada llamé a dos directores de fotografía que conocí en septiembre de 2005 en el 2º Festival de Cortos de Loja (Granada): Benito Herrera y David Barrio. Les comenté que tenía un proyecto de cortometraje que iba a requerir una estética muy especial y se mostraron interesados, por lo que me confirmaron su disponibilidad para esa última semana de noviembre. No obstante vendrían antes para ver las localizaciones y calcular el material de iluminación que iban a necesitar.

Aseguradas las localizaciones y la fotografía, Juan Antonio contactó con Willy, yo contacté con Erika a través de su representante, y les enviamos el guión para que lo leyeran y nos dijeran si les interesaba el proyecto. Como la respuesta fue positiva organizamos una reunión el 28 de septiembre en Madrid a la que también invitamos a Álvaro, que no pudo asistir porque se encontraba en San Sebastián.

Subí con Juan Antonio en autobús y comimos con los actores y con la novia de Juan Antonio, Noelia Antúnez, que nos echaría una mano en el rodaje. Willy y Erika estaban muy ilusionados con el corto y les mostré las fotos de la discoteca y el vídeo que había hecho con el storyboard para que tuvieran una primera impresión de la secuencia del duelo. El baño de Apolo no pudimos mostrárselo porque aún estaba sin construir, algo que nos tendría ocupados hasta mediados de noviembre, así que acordamos volver a reunirnos a principios de ese mes para hacer una primera lectura de guión y un ensayo de todas sus escenas.

Willy y Erika en una foto del rodaje

De vuelta a Linares seguimos reclutando artistas y profesionales para el equipo. Llamé a Gonzalo Bendala y Marta Velasco, con quienes rodé Rata de Túnel, por si podían participar de alguna manera en la producción, pero estaban muy ocupados con sus propios proyectos y la fecha de rodaje les venía mal. No obstante Marta me pasó el contacto de la maquilladora Patricia Cazorla y del técnico de sonido Óscar Paniagua, que sí estaban disponibles la última semana de noviembre. Óscar vendría con su compañero microfonista: Silvestre «Silver» Alonso.

Juan Antonio localizó a un amigo suyo de Madrid, Jesús Vélez, que sería el operador de cámara. Pedro Sánchez, que participó en 354, se pidió esa semana libre en el trabajo para estar con nosotros grabando el making of y haciendo de figurante en la discoteca. Respecto a la figuración… luego hablaré de ella porque no fue fácil conseguirla.

Paralelamente a estas gestiones le hice más cambios al guión: al principio Dafne era una chica que había ido a la discoteca a bailar y allí se encontraba con sus dos pretendientes: Dionisos y Narciso. Pero me pareció más interesante jugar con su referente mitológico convirtiéndola en la “gogó” de la discoteca, que cada noche salía del tronco de un árbol para hacer una exótica danza. Narciso pasó a ser su jefe, el dueño del “Club Narciso”, en cuya planta superior tendría una colección de autorretratos para reflejar su narcisismo. Así enriquecí la historia y los personajes, pero al mismo tiempo eché más leña al departamento de arte, porque ahora teníamos que construir el baño de Apolo, el árbol de Dafne y los cuadros de Narciso.

Empecé haciendo una maqueta del baño en cartón. Como referencia para la escala utilicé una figura articulada de G. I. Joe que hizo las veces de Apolo. La fotografié desde varios ángulos y recorté las imágenes para ver la habitación en formato panorámico, ya que el corto se iba a rodar en 16:9 pero luego le añadiría bandas negras para que tuviera la proporción clásica del Cinemascope.

Gracias a esta maqueta me di cuenta de que el plano general del baño no era lo bastante amplio para mostrar al actor de cuerpo entero. Para incluir los frontones de la entrada y del espejo, el encuadre tenía que dejar fuera el suelo, y por tanto no se verían los pies del actor. Este detalle parecía una tontería pero había que tenerlo en cuenta a la hora de construir el decorado.

El 3 de octubre me reuní en el local con Juan Antonio y con un amigo suyo, José Fuentes, que era carpintero y trabajaba montando cocinas. José podía hacernos la estructura del decorado en madera porque tenía todas las herramientas necesarias y el reto no le parecía nada complicado, pero habría que esperar hasta el día 15 que volvería de un viaje. Me llevé la maqueta a la reunión y a partir de ella José fue tomando medidas y trasladándolas al salón del local, que era la habitación más espaciosa para llevar a cabo la obra. Luego nos hizo la lista de la compra: varios tableros de DM más o menos densos en función del uso (paredes o suelo), listones de madera, tornillos de diferentes longitudes, escuadras y ángulos de aluminio para sujetar la estructura. Al día siguiente nos acompañó a la tienda de su proveedor habitual para que hiciéramos el pedido de los materiales y allí encontré un rollo de césped que sería la alfombra por la que Dafne saldría del árbol para hacer su danza. Lo dejamos todo pagado para que lo llevaran la semana siguiente al local.

El siguiente artista de Linares en pasar por el local fue Miguel Ángel Belinchón, alias Belin, famoso por sus grafitis hiperrealistas que le han llevado a pintar en medio mundo. A Belin le pedí que hiciera el mural que recorre las paredes del baño, tomando como referencia la obra paisajística del autor francés Alexandre-Hyacinthe Dunouy. Le enseñé algunos de sus cuadros y me dijo que lo haría cuando el decorado estuviera terminado, para evitar que su construcción dañara el mural. Me aseguró que en dos días estaba hecho y que no nos cobraría por su trabajo a cambio de pagarle los botes de spray.

El mural del baño de Apolo, pintado en spray por Belin

Le comentamos a Belin que teníamos que fabricar el tronco de un árbol hueco para esconder a una persona en su interior y nos dijo que habláramos con su amigo José Manzanares, otro artista de Linares que sabría orientarnos mejor. Fuimos a su tienda de marcos para conocerle y efectivamente nos orientó sobre los materiales y las técnicas que podíamos utilizar, además de contarnos su vida, obra y milagros. También se ofreció a echarnos una mano con las últimas capas de pintura para simular la corteza del tronco.

El 6 de octubre encontré de casualidad la caja de un frigorífico junto a unos contenedores y la llevé al local para usarla como base para el árbol. La abrimos en el salón y la sujetamos con tela metálica alrededor de una mesa circular para que el cartón fuera curvándose. Poco a poco fuimos empapelando la caja con varias capas de periódicos y aguacola que endureció el cartón y le dio la forma que queríamos. El día 9 llegó el camión del proveedor de maderas con los tableros y el resto de material del decorado, que almacenamos en el salón. Para no interferir con su construcción nos llevamos el árbol a la entrada del local y nos aseguramos de que una vez terminado podríamos sacarlo por la puerta.

La caja de un frigorífico fue la base para crear el árbol de Dafne

En este vídeo puedes ver un resumen de la creación del árbol, en el que Juan Antonio y yo (que no salgo porque estaba grabando) trabajamos expuestos a la curiosa mirada de los transeúntes. Nosotros también nos distraíamos si pasaba alguna chica guapa y, en lugar de dedicarle un “piropo de albañil”, nos limitábamos a pulsar el timbre del local para llevar la cuenta. José Manzanares se pasó el final para darle los últimos retoques al árbol.

Tal y como estaba previsto, el 15 de octubre llegó nuestro carpintero cargado de herramientas y una radio para amenizar las jornadas de trabajo, y empezamos la obra del baño de Apolo, que coincidió con otra obra que estábamos haciendo en un baño de mi casa que íbamos a renovar por completo.

Aprovechando las circunstancias le pedí al albañil que llevara la bañera, el lavabo y el retrete al local por si podíamos encajarlos en nuestra obra de ficción. Pero finalmente sólo aprovechamos la bañera.

Lo primero fue crear el suelo, una plataforma que rellenamos con trozos de corcho para amortiguar el sonido de los pasos. Sobre ella José levantó una estructura de tres paredes dejando al fondo un espacio para el pasillo de entrada. La pared de la izquierda también necesitaba espacio detrás para que los actores se asomaran por “la ventana” donde íbamos a colocar un espejo real o un cristal transparente para hacer el truco del falso reflejo.

Terminado el trabajo de carpintería utilizamos masilla para rellenar las juntas y revestimos la mitad inferior de las paredes con un papel decorativo que tenía textura de teselas. Fue la parte más tediosa de toda la construcción, porque el papel se pegaba con un adhesivo en polvo que teníamos que mezclar con agua para crear algo parecido a la goma arábiga, y si la mezcla no estaba bien hecha el pegamento no aguantaba el peso del papel. Además había que pegar las distintas secciones haciendo coincidir las teselas de sus extremos, porque si no encajaban se notaba de lejos que había un corte en la textura. Eso nos pasó un par de veces y tuvimos que repetir el proceso. A media altura colocamos una moldura de diseño griego y pintamos las paredes con una capa de imprimación blanca que nos pidió Belin para su mural.

El 22 de octubre vino David Criado y empezó el trabajo de escayola. Algunos elementos se compraron (capiteles, columnas, bases, ménsulas y baquetones) pero otros como la repisa del lavabo y las cajas de los frontones los tuvo que hacer artesanalmente con placas de pladur. Fueron muchos días de mezclas en el mortero y de trabajo con la espátula para que todas las piezas encajaran correctamente y quedaran bien sujetas en las paredes. Por último se pintaron de “blanco roto”, igual que la moldura. José Manzanares modeló un sol para el frontón del espejo, en homenaje a Apolo, y las máscaras de la comedia y la tragedia que irían pegadas en el frontón de la entrada.

La estructura del baño realizada por José Fuentes y el trabajo de escayola y pladur realizado por David Criado

El 2 de noviembre subí a Madrid para conocer a Patricia, la maquilladora, y explicarle todo lo que necesitaba saber sobre la estética de los personajes. Pasé la noche en el piso del amigo de un amigo de Linares que no tuvo problema en alojarme y en dejarme su salón al día siguiente para reunirme con Juan Antonio, Noelia, Willy y Erika, a los que había citado para el ensayo que teníamos pendiente. En esta ocasión Álvaro tampoco pudo venir por encontrarse de vacaciones con su novia en Méjico. Aquel día comprobé que Willy y Erika conectaban y que ambos le tenían “cogido el punto” a sus personajes. Erika también me mostró algunas ideas para su baile individual junto al árbol, pero lo que más le preocupaba (y a mí) era la coreografía del duelo porque no podría montarla hasta que llegara a la discoteca y supiera cuánta gente participaría en ella. Todo dependía de la figuración.

De vuelta a Linares continuamos con el decorado y el 10 de noviembre vinieron los directores de fotografía desde Sevilla para ver las localizaciones. El baño estaba prácticamente acabado, a falta de pintar el suelo, el mural de las paredes y colocar el atrezzo, pero ya pudieron hacerse una idea de su tamaño y calcular las luces que iban a necesitar y su potencia.

Como la instalación eléctrica del local era muy antigua y por algún extraño motivo sus enchufes no tenían el diseño europeo sino el americano, surgió la necesidad de traer la corriente desde otro lugar. Afortunadamente el local tenía una puerta que comunicaba con un patio interior donde estaba la salida trasera de un pub, y yo conocía a su dueño, que nos dejó tirar los cables por ese patio para conectarlos a su panel eléctrico.

Luego fuimos a la discoteca para repasar la escena del duelo. Allí sí había potencia eléctrica para conectar todos los focos que Benito y David pensaban traer… pero no había suficientes tomas de corriente.

Tuvimos que llamar al electricista de La Tortuga Azul para avisarle de que íbamos a traer un cuadro eléctrico para conectarlo al de la discoteca y ampliar así la cantidad de tomas de corriente. Aquel día no estaba el gerente pero nos atendió su hombre de confianza, Ali, quien tenía encomendada la tarea de supervisar el rodaje por si necesitábamos algo… o por si rompíamos algo. Cuando los directores de fotografía terminaron su inspección quedaron en enviarme la lista de material para que lo fuéramos buscando en algún proveedor cercano, pero en Jaén no encontré empresas que tuvieran cosas tan específicas de cine y al final lo reservaron en Sevilla, lo cual aumentó el coste del corto porque al alquiler del material hubo que sumar el alquiler de una furgoneta para ir a recogerlo desde Linares y devolverlo después.

Lo más lógico habría sido alquilar la furgoneta en Sevilla para que los directores de fotografía la recogieran, fueran con ella a por el material y se lo trajeran. Al final del rodaje regresarían a Sevilla para devolverlo todo y se habrían hecho dos viajes en vez de cuatro. Pero lo más lógico también era lo más caro: salía más económico alquilar la furgoneta por dos días: el de la recogida y el de la devolución. Por otro lado, los directores de fotografía me dijeron que ellos no conducían furgonetas y que eso era una labor de producción. También me pidieron tres eléctricos para la escena de la discoteca porque en el baño se apañaban solos, pero producción no podía costear a tres personas más en el equipo, así que tendrían que apañarse con Jesús, que algo entendía de luces, y con Pedro, que estaba deseando aprender.

Al día siguiente fui a Valencia para traerme lo que había diseñado Alfredo Llorens: el bastón de Narciso, el lavabo del baño y sus grifos, que tenían forma de serpiente. Llegué directamente para comer con él y con su mujer en un restaurante que me recomendaron, y después del café fuimos a su taller para darle los últimos retoques a todo. Antes de despedirnos y regresar a Linares le hice entrega de la primera de muchas medallas que había encargado para regalárselas a los miembros del equipo en agradecimiento por su trabajo. Tenía sentido que Alfredo fuera el primero en recibirla porque fue el primero en empezar el trabajo de arte a mediados de septiembre, y ya lo había terminado.

El 13 de noviembre vino Belin y, como había prometido, realizó el mural en dos días con la ayuda de otro artista del grafiti de Linares, Juan Diego Cortés, alias Myrwhan. A partir de un rápido boceto hicieron la composición de los elementos de cada pared, y posteriormente fueron añadiendo capas de color para crear un paisaje muy similar al de los cuadros de referencia de Dunouy.

Luego pintó el suelo con una textura de mármol por si rodábamos algún plano donde se vieran los pies de los actores, y para rematar su faena pintó el reflejo del mural, porque los planos del “falso espejo” requerían que detrás de los actores se viera la porción exacta de mural que reflejaba el espejo real, y como no me fiaba de usar un fondo verde para añadir el mural en postproducción, pusimos otro tablero detrás de “la ventana” y Belin pintó el mural reflejado. Y quedó perfecto.

La construcción del baño de Apolo terminó el 16 de noviembre, un mes después de empezarlo. Su atrezzo (botes, toallas, jabonera, etc.) lo conseguimos con aportaciones familiares. Como el corto empezaba con Apolo lavándose los dientes le diseñé su propio dentífrico: «Licor de Apolo». Y como Dionisos utilizaba una botella de vino para emborrachar a Dafne, le diseñé su propia marca: «Bacanal».

La lira de Apolo la hizo otro carpintero, Antonio Oliveros, utilizando cartón y corcho que posteriormente Noelia se encargó de envejecer con betún de judea. Los retratos de Narciso los compuso Belin a partir de fotos de Álvaro y una serie de referentes de varias épocas y estilos. Los llevé a una empresa de artes gráficas que los imprimió directamente en láminas de madera sobre bastidores, y le compré a José Manzanares unos caballetes para colocarlos en la planta superior de la discoteca, con unos apliques que iluminaban los retratos como en una exposición de arte.

De izquierda a derecha, las versiones «narcisistas» de Alberto Durero, Andy Warhol, el grupo alemán Kraftwerk, y la Mona Lisa

Mientras tanto seguíamos haciendo gestiones de producción como reservar la acera del local para aparcar nuestros vehículos durante el rodaje, reservar habitaciones de hotel para los actores y técnicos que venían de fuera, coordinar su llegada en trenes y coches, buscar un restaurante para las cenas y el catering para las comidas, y muchas compras de cosas que iban surgiendo sobre la marcha y que subían cada vez más la cuenta del corto. El vestuario de los personajes lo aportaron los actores y sólo hubo que comprar el pijama que comparten Dionisos y Dafne, el vestido de ésta, y algunos complementos. A los figurantes se les dijo que vinieran elegantes como en un cotillón de Nochevieja.

Y así llegamos al tema de la figuración. En 2007 no teníamos WhatsApp y las redes sociales apenas habían empezado a extenderse. No era tan fácil que la gente se enterase de un casting a menos que usáramos el boca-oreja, los medios tradicionales, o empapeláramos la ciudad de carteles. Recuerdo haber ido a la radio local a contar que estaba preparando un rodaje y que necesitaba figuración. También pusimos carteles en el Area de Juventud del Ayuntamiento, en la biblioteca… hasta en gimnasios. Llamé a una empresa de modelos y azafatas por si podían mandarme a alguien y pasaron de mí. Algo completamente normal en una ciudad donde había cuatro gatos haciendo cortos en plan “friki” y por eso nadie los consideraba algo serio. Así que tuvimos la suerte y la desgracia de ser los pioneros en rodar un corto profesional en Linares.

Marsias, Narciso y Eco en el primer rodaje de 2007

Mi hermana me pasó el contacto de una empresa de animación sociocultural que visitamos el 17 de octubre para proponerle a los dueños que sus propios monitores vinieran al rodaje y que nos buscaran gente. Les pareció interesante y acordamos volver a reunirnos el 15 de noviembre para darles tiempo mientras nosotros estábamos ocupados con todo lo demás. Pero cuando llegó ese día apenas habían conseguido a cinco o seis personas… incluidos sus monitores. Les explicamos en qué iba a consistir la secuencia, tomamos nota de sus datos, les hicimos una foto de referencia, y nos fuimos de allí pensando que teníamos un serio problema para llenar la discoteca y rodar el duelo de baile.

Al día siguiente regresamos a esta empresa porque hubo una monitora que no pudo estar en la reunión y nos la presentaron. Ella era Maite Leiva, o como supe luego, “Maythe” (nombre artístico de María Teresa), cantante y actriz. Había formado parte del grupo La Década Prodigiosa y actuado en musicales. En aquel momento estaba pensando en lanzar su carrera en solitario y tenía muchas ganas de participar en el corto.

Maythe era muy simpática y, de haber pasado por la puerta del local cuando estábamos construyendo el árbol, le habríamos dedicado unos cuantos timbrazos. Pero no pasó por la puerta sino que entró y alucinó con el baño de Apolo. Para sacarle más partido al decorado y a ella como cantante, le propuse grabar allí un videoclip para los créditos del corto con un rollo a lo Cyndi Lauper, y le encantó la idea porque era fan de Los Goonies y del cine fantástico de los ochenta. De hecho tenía un amigo que podía componer la letra de la canción, otro que podía dejarnos su estudio de grabación… conocía a mucha gente en Linares y en Madrid, y eso era importante para promocionar el corto.

Nos ayudó con algunas gestiones de producción y se ganó un ascenso de figurante anónima a secuaz de Narciso, para darle más presencia en cámara y para que el espectador la reconociera al final en el videoclip. Ella sería la ninfa Eco, que en el mito estaba enamorada de Narciso pero no fue correspondida y se consumió hasta que sólo quedó su voz. Otro que fue ascendido a secuaz fue mi amigo Javi Coves, que ya estuvo en el spot Travelling y que ese verano había empezado a trabajar en el equipo de animación de un hotel imitando, precisamente, a Michael Jackson. Cuando le conté que la escena del duelo en la discoteca era un homenaje a Smooth Criminal se entusiasmó y me aseguró que no faltaría al rodaje porque en noviembre ya tenía vacaciones. Él interpretaría al sátiro Marsias, que retó a Apolo a un duelo musical y lo perdió, siendo atado a un árbol y despellejado. Esta última parte del mito la suavicé con un grupo de chicas empujando a Marsias contra una columna para castigarle.

Pero claro, para eso necesitaba que hubiera chicas y chicos en la discoteca que no tuvieran vergüenza de ponerse en primera línea de cámara. Porque seguro que más de uno y de una prefería quedarse al fondo, “haciendo bulto”. Habíamos calculado un mínimo de 30 personas para llenar el plano más general y obviamente tendríamos que situarlas estratégicamente en otros planos para dar la impresión de que la discoteca estaba más poblada.

Viéndonos tan faltos de figurantes acudimos a familiares, amigos y vecinos y les convocamos a todos a una reunión en la discoteca la tarde del 25 de noviembre, dos días antes del rodaje, para explicarles cómo sería la escena y ver quiénes estaban dispuestos a participar de forma activa en la coreografía que Erika tendría que montar con ellos en cuanto llegara de Madrid. Porque iba a llegar esa misma tarde con Álvaro, que descubrió sus retratos en la planta superior y, como no los había visto antes, improvisó un momento gracioso para el making of.

Esa tarde se presentaron en la discoteca varias personas que nos escucharon con curiosidad pero luego al rodaje vino la mitad. Al final conseguimos a duras penas 15 figurantes, insuficientes para la escena que había imaginado y dibujado un año atrás. Tendría que improvisar algo para resolver el duelo de otra forma porque se avecinaba un desastre y el peor de todos iba a ocurrir tres días después. 

ACTO II: LOS TRES RODAJES

El plan era rodar el corto del martes 27 de noviembre al sábado 1 de diciembre, dedicando los tres primeros días a toda la parte de la discoteca, que era la más compleja y además tenía que hacerse entre semana como nos pidió el gerente de la Tortuga Azul. El viernes y el sábado se rodarían las escenas del baño, el domingo se marcharía el equipo, y el lunes se devolvería el material de cámara e iluminación. 

La mañana del lunes 26 mi padre salió temprano hacia Sevilla en una furgoneta de alquiler para recoger a Benito en la estación de Santa Justa e ir con él a por el material de iluminación. Mientras, aquí seguíamos resolviendo cosas de arte y producción como terminar de vestir la planta superior de la discoteca con atrezo que nos dejó una tienda de decoración, trasladar el árbol de Dafne desde el local con la furgoneta de David Criado, comprar algo de catering para el rodaje y coordinar la llegada del resto del equipo, que vendría por la tarde.

Erika y Álvaro ya estaban en Linares y la noche anterior habíamos cenado con ellos de tapeo. Ese día comieron en mi casa. David Barrio vino en su coche desde Sevilla y José Domingo también vino en su coche desde Pilar de la Horadada (Murcia). Patricia, Óscar, Silver, Willy y Jesús llegaron en tren desde Madrid a la estación de Linares-Baeza y hubo que recogerles en dos coches porque venían cargados con sus equipajes y con el material de maquillaje, sonido y cámara. Se les llevó directamente a la discoteca, donde ya había llegado la furgoneta de Sevilla y entre varios estábamos descargándola para que mi padre la devolviera al concesionario, ya que no íbamos a necesitarla hasta el lunes siguiente. Ali nos miraba alucinando porque pensaba que esto iba a ser un rodaje de cuatro chavales con una cámara doméstica y se dio cuenta de que éramos bastantes más y de que íbamos a montar un circo considerable en su discoteca. La cámara del rodaje, por cierto, fue una Panasonic que grababa HD 720p en tarjetas P2 y también en un disco duro de mayor capacidad, que era la opción que habíamos alquilado junto a un monitor de campo y una steadycam que pretendía usar para el duelo de baile.

Marsias, Narciso y Eco en el primer rodaje de 2007

Cuando el equipo estuvo reunido hicimos las presentaciones oficiales y una puesta en escena para que todos situaran la acción del guion en el espacio real y los actores supieran los movimientos de sus personajes por la discoteca. Lo que en inglés se denomina “blocking”.

Al terminar dejamos el material bajo llave y regresamos en varios coches a la ciudad para cenar en el restaurante que teníamos concertado, donde agradecí a todo el equipo su implicación en el proyecto, volví a presentarles uno por uno y brindamos por el éxito del rodaje. Esa noche fuimos 18 personas en la mesa entre técnicos, actores y el equipo local de producción-arte-dirección.

La primera cena de equipo fue distendida, la comida gustó y la gente conectó. Juan Antonio y yo intentamos relajarnos porque llevábamos desde septiembre trabajando a destajo y nos merecíamos disfrutar del rodaje. Pero el tema de la figuración nos traía por el camino de la amargura y yo me jugaba mucho con este corto, que estaba siendo una apuesta muy grande de dinero e ilusión. 

A las 23:30 terminamos de cenar y organizamos los transportes para la mañana siguiente. Dejamos en el hotel a los forasteros y yo volví a casa, puse a cargar el móvil y mi ordenador portátil, repasé el plan de rodaje y me dormí deseando que todo fuera bien. Al día siguiente a las 8 de la mañana ya estábamos en la puerta de la discoteca esperando a que llegara Ali para abrirnos. Mi hermana, que había estado ayudándome en la producción, se vino con unos amigos para reforzar este departamento y también el de arte y maquillaje, ya que Patricia estaba sola y entre los actores y los figurantes no daba abasto. La jornada empezó con un retraso considerable, ya que los directores de fotografía habían colocado las luces pero no podían conectarlas hasta que llegara el electricista de La Tortuga Azul para instalar el cuadro que necesitaban. Entre preparativos, ensayos, y la visita inesperada de la prensa, el primer plano se tiró a las 13:00 y fue un detalle de la mano de Dafne saliendo del árbol. Habíamos alquilado una máquina para llenar el árbol de humo y ocultar a Erika en su interior. Así su aparición quedaba más bonita y misteriosa, pero teníamos que esperar a que la máquina se calentara para convertir el líquido de su depósito en un humo blanco de olor dulzón que se disparaba con un mando y debía reposar en el aire hasta que tuviera la densidad adecuada para la cámara. Cuando nos dimos cuenta se nos había echado encima la hora de comer y tan sólo habíamos rodado unos pocos recursos de Erika en modo “ninfa sensual”. Había que pisar el turbo.

Reanudamos el rodaje a las 16:30 con los figurantes situados junto a “la pasarela” (la alfombra de césped que salía del árbol). Y se presentó la televisión local a hacerme una entrevista y otra a Erika y a Maythe, que eran “las famosas” del corto. Intentamos que no nos robaran mucho tiempo y seguimos rodando hasta las 20:00. Lo dejamos todo montado para retomarlo al día siguiente y nos fuimos a cenar al restaurante. El miércoles 28 continuamos con el baile de Dafne frente al árbol. Jesús montó la cámara en la steady para intentar coger unos planos en movimiento, pero no me convenció el resultado y además al contrapicar se veían las luces del techo. Aprovechando que había que cambiarlas para otro plano, Jesús puso a volcar el disco duro de la cámara, que ya estaba lleno con el material del día anterior y lo que había rodado esa mañana, y entonces ocurrió el desastre.

Yo estaba ocupado con los actores y Jesús se acercó a decirme que el disco se había apagado durante el volcado a mi portátil, y que al encenderlo estaba vacío. Fui a comprobarlo y me quedé de piedra al ver que, efectivamente, todos los planos habían desaparecido. Rápidamente se activó el gabinete de crisis porque el rodaje estaba paralizado por un problema técnico. Aparte de haberse perdido el material, que era una gran putada, ya no me fiaba de ese disco duro. Llamamos a la empresa de Madrid donde habíamos alquilado la cámara para explicarle la situación pero ellos no podían hacer nada. Y tampoco teníamos un seguro que cubriera la pérdida del material. Ali llamó a un amigo informático que vino a intentar recuperarlo. Conectó el disco duro a su ordenador y lo dejó todo el día trabajando. Mientras nos fuimos a comer pero yo apenas probé bocado. Todo el mundo intentó tranquilizarme en plan “seguro que el material está ahí”, pero llevo muchos años tratando con ordenadores y sé cuándo hay esperanza y cuándo no. De hecho, el informático no pudo recuperar nada y tuvo el detalle de no cobrarnos por el favor. Lo único que podíamos hacer era dejar en cuarentena ese disco duro y seguir rodando en una tarjeta P2. La empresa más cercana que podía alquilarnos una estaba en Sevilla. Pedro se ofreció a recogerla y salió pitando en cuanto terminó de comer. Sin poder rodar, dedicamos esa tarde a ensayar la coreografía con los pocos figurantes que teníamos, pero a pesar de la buena actitud del equipo yo tenía claro que a partir de aquí todo iba a ir cuesta abajo.

Al día siguiente, ya con la tarjeta en nuestro poder, nos dimos un palizón para intentar recuperar el tiempo perdido. Llegamos a la discoteca a las 7 de la mañana, aún de noche, y esperamos a Ali dentro de los coches para no pasar frío. Como la cafetería de La Tortuga Azul aún no estaba abierta desayunamos en el set unos sándwiches y unos cafés que trajo producción de un bar cercano, mientras los directores de fotografía montaban las luces para rodar recursos de los figurantes bailando en la pista. Luego seguimos con la entrada de Dionisos y su acercamiento a Dafne. Tras la comida rodamos el encuentro entre Dionisos y Dafne frente al árbol, Narciso bajando las escaleras para cortarles el rollo, la aparición de sus secuaces, y el inicio del duelo. Los planos estaban quedando muy chulos pero íbamos a un ritmo lentísimo. Los directores de fotografía lo achacaban a que estaban trabajando sin eléctricos profesionales y por eso no podían correr más. Y a mí me llevaban los demonios viendo que las horas pasaban, que había más tiempos muertos que útiles, que el dichoso humo le ponía los ojos rojos a Willy, y que los figurantes llevaban todo el día con nosotros y apenas habían intervenido en la escena. Al final tuvieron que irse y el único modo de justificarlo en la historia fue que todos salieran huyendo ante la inminente pelea entre los personajes principales. El duelo se había quedado reducido a un triste careo entre cinco personas en una pista de baile vacía.

Esa noche cenamos bocadillos para no perder tiempo yendo al restaurante, pero algunos quisieron cenar caliente después de llevar todo el día encerrados en la discoteca y mandé a un chico de producción a por pizzas. Mi moral estaba por los suelos pero no se me podía notar a pesar de que el barco se estaba hundiendo y parte del equipo se estaba amotinando. Rodaba a la desesperada para amortizar la inversión y poder contar la historia de alguna forma, aunque no fuera la que tenía en mente. A última hora se coló el perro de Ali en el set y lo interpreté como una señal de que habíamos cruzado el límite. Había que irse a dormir y valorar qué hacer al día siguiente. Llegué a mi casa a las 6:30 de la mañana y cuando iba a abrir la puerta me sonó la alarma del reloj. Llevaba 24 horas despierto.

Lógicamente nadie madrugó el viernes. Dejé a todos descansar y me reuní en una cafetería con Juan Antonio, Noelia y Benito para estudiar el modo de resolver lo que faltaba de la discoteca y empezar con las escenas del baño que ya debíamos estar rodando. Redujimos todo a cinco posiciones de cámara y nos fuimos a la discoteca, donde Ali nos dejó meter comida caliente que producción trajo de una tienda de pollos asados para que comiera el equipo y la figuración. Pero a las 23:00 teníamos que estar fuera porque esa noche había una boda en La Tortuga Azul y necesitaban la discoteca. Por tanto teníamos que acabar el rodaje con la suficiente antelación para sacar todo el material de luces y de arte, llevarlo al local, y cenar. David Barrio se había marchado y Benito estaba iluminando sólo con Jesús y Pedro. Sabía que no podía recrearse en cada plano y se limitó a montar una iluminación lo más general posible para cumplir, pero ni así fue posible terminar. Cuando vimos que los camareros de la barra libre empezaban a asomarse y a preguntar si ya podían entrar a hacer su trabajo, cortamos y empezamos a recoger. El último plano que se rodó en la discoteca fue la subida de Dafne y Dionisos por las escaleras. No dio tiempo a hacer nada en la planta superior, donde tenía lugar el desenlace del duelo y la derrota de Narciso.

Esa noche suspendí como productor. Tuvimos que desalojar la discoteca con prisas y dejarlo todo en un almacén que nos abrió Ali porque no teníamos tiempo de bajarlo al local. No pudimos cenar en el restaurante porque ya era tarde y había cerrado cocina, por lo que se improvisó una cena fría. El equipo estaba dividido entre los que querían irse y los que deseaban continuar. Los reuní a todos en el hotel, les pedí disculpas por haber llegado a esa situación y entendí que quisieran marcharse al día siguiente, pero algunos me animaron a seguir… o más bien a morir rodando. Así que llamé a Ali por teléfono, porque sabía que con la celebración de la boda aún estaría despierto, y le dije que a las 7 de la mañana iríamos a recoger el material de iluminación.

Y así fue. Yo recogí a Benito en mi coche, Pedro recogió a Jesús en el suyo, y subimos a La Tortuga Azul para cargar el material. El propio Ali nos ayudó a bajarlo al local en su coche. El dueño del pub nos abrió el suyo para conectarnos a su panel eléctrico, y mientras se preparaban las luces yo ensayé la escena con Willy, que no estaba cómodo rodando en esas circunstancias y se le notaba: como Apolo le faltaba energía y simpatía, y como Dionisos parecía que le estaba regañando a su otro yo frente al espejo. Tenía que haber parado en aquel momento pero no lo hice porque en el fondo no quería rendirme y tenía la esperanza de poder utilizar algo de material. Vana ilusión la mía, pues nada de lo que se rodó aquel día en el baño terminó en el montaje.

A la hora de comer fuimos al restaurante y allí nos juntamos con Erika, Álvaro y José Domingo, que por la mañana habían ido a Jaén para que Erika impartiera una Master Class de baile urbano que tenía programada la tarde anterior y que tuvo que cambiar al fallar nuestra planificación. A ella le había ido mejor que a nosotros pero estaba algo cansada y se quedó dormida en un sillón del local hasta que le tocó rodar su parte en el espejo. Patricia la maquilló, la peinó, y tiramos todo lo que pudimos hasta las 22:00 de la noche, que hubo que desconectar los cables del pub porque el dueño lo iba a abrir al público. El último plano fue uno de Dafne sonriendo y diciéndole a Apolo: “prueba de nuevo”. Una señal de que esto no se iba a terminar aquí.

Pero cuando dije “hemos terminado” Willy empezó a aplaudir, imagino que más aliviado que satisfecho, y unos cuantos le siguieron. Yo no aplaudí porque para mí este rodaje había sido un fracaso carísimo, comenzando por la construcción de un decorado en el que sólo había dado tiempo a rodar la escena inicial, y de aquella manera. Empezamos a recoger y José Domingo, que estaba haciendo un inmenso reportaje fotográfico aquellos días, hizo una foto de equipo en el decorado. Yo no me enteré y nadie me avisó, pero me dio igual perdérmela porque no tenía ganas de fotos. Ni siquiera de cambiarme de ropa para la última cena en el restaurante, a la que fui con el chándal del rodaje. Tampoco tenía ganas de repartir las medallas que encargué y que hasta ese momento sólo había recibido Alfredo Llorens. Porque mi idea era entregarlas en un momento de victoria, no de derrota. Y como era una sorpresa que nadie esperaba, podía reservarlas para otra ocasión. Pero mi hermana insistió en que debía hacerlo para que el equipo se fuera con un detalle bonito por mi parte, y después del postre las saqué de una bolsa y procedí a colgárselas a todos uno por uno, en agradecimiento por su trabajo. Por último Erika me colgó otra a mí, aunque esa noche no me sentía un ganador.

Tras la cena estaba previsto ir a un pub donde había una zona reservada para el equipo del corto. Otra gestión que producción había hecho pensando en la fiesta del final del rodaje, a la que teóricamente todos íbamos a llegar felices y contentos. Pero no todos quisieron ir. La mayoría se fue a dormir al hotel salvo los actores y alguno de los técnicos. Del equipo local estuvimos pocos, y algunos figurantes que también fueron invitados y que me recibieron al entrar (duchado y cambiado) con una ovación para subirme el ánimo. A ellos también les colgué su medalla. De ese pub nos fuimos a otro y al final volví a mi casa a las 4:30 de la madrugada, caminando solo por las calles con una profunda rabia por haber fracasado en mi primer corto profesional.

El domingo 2 de diciembre comimos de tapeo y Benito me dio instrucciones para cargar correctamente el material de iluminación en la misma furgoneta que alquilamos al día siguiente. Luego bajamos a la estación de tren y fui despidiendo al equipo a medida que salían sus trenes. Erika y Álvaro regresaron en coche y me dijeron que hablaríamos cuando pasara la tormenta. Ellos también sabían que esto no se había terminado. El último en irse fue José Domingo, que me había dejado su