LA TENIA (1994)

18:43 minutos / Comedia

SINOPSIS

Timber llega a casa y descubre que su amigo Harry está enfermo. Tras llamar a un Doctor, una Tenia salvaje aparece y complica las cosas.

ORIGEN DEL PROYECTO

La historia de mi primer cortometraje merece contarse con detalle, ya que éste fue el origen de mi carrera como cineasta y en el proceso adquirí una valiosa experiencia.

Te invito a leerla para viajar a una época en la que no teníamos Internet ni teléfonos móviles, y en la que el cine era algo inaccesible para muchos jóvenes que jugábamos a ser Spielberg con cámaras de vídeo domésticas.

Al final de la historia puedes ver el corto.

CÓMO SE HIZO «LA TENIA»

En 1994 tenía 16 años y estaba en 2º de BUP (4º de la ESO, para los más jóvenes). Mi pandilla del instituto éramos Miguel, Alfonso, Víctor, Dani y yo, cinco amigos con gafas de pasta que podríamos haber protagonizado la versión española de Big Bang Theory, y se habría llamado El Club del Universo porque ése fue el nombre que nos pusimos a consecuencia de un debate sobre los límites del universo. Además nos gustaba jugar al rol, a los videojuegos, y éramos fans de Star Wars (cuando sólo había 3 películas). La combinación perfecta para ser etiquetados como «los frikis de la clase».

Cierto día, a Miguel le tocó leer en voz alta un ejercicio que el profesor de inglés nos había puesto como deberes, y que consistía en escribir una historia corta a partir de un texto que venía en el libro de clase.

El texto era el comienzo de Poison, un relato corto de Roald Dahl que en 1958 fue llevado a la pantalla por el director Alfred Hitchcock en su serie de televisión Alfred Hitchcock Presenta, y que narra una historia de suspense que tiene lugar en la India, cuando este país era una colonia británica.

Todo comienza con un personaje llamado Timber entrando en la casa de su amigo Harry, que está en la cama completamente inmóvil y preso del pánico. Harry le dice a Timber que no haga ruido, que se quite los zapatos, y que no toque la cama.

Hasta aquí llegaba el texto que nosotros debíamos continuar, y mi amigo lo hizo dándole un giro cómico a la historia que se acercó bastante al relato original. Roald Dahl y Alfred Hitchcock jugaron con el suspense planteando que había una serpiente venenosa bajo las sábanas, motivo por el que Timber llama a un Doctor para que acuda rápidamente por si su amigo es mordido.

Miguel sustituyó la serpiente por una Tenia que salía por la boca de Harry, como esas leyendas urbanas que aseguran que una tenia hambrienta puede salir por tu boca si dejas de comer, y de igual modo el Timber de su historia llamó a un Doctor.

Fotograma de Poison en la serie Alfred Hitchcock Presenta

Aquel día nadie podía imaginar que el inicio de Poison iba a derivar en una historia surrealista que provocó las carcajadas de toda la clase, incluido el profesor. Miguel puso tanto énfasis en su lectura, interpretando a los personajes como si estuviera narrando un serial de radio (en inglés), que decidimos grabar su historia como un cortometraje. Nunca escribimos su guion, ya que ninguno de los cinco sabía cómo se escribía un guion de cine. Lo que hice fue dibujar un cómic a modo de storyboard con los diálogos de los personajes, pero la realidad es que La Tenia se fue improvisando a partir de escenas que se nos ocurrían sobre la marcha y que en su mayor parte eran parodias y homenajes a nuestras películas, anuncios de televisión y juegos de ordenador favoritos.

Los «actores» fuimos Víctor y yo con la colaboración de mi primo Carlos y de algunos extras que venían a curiosear a la casa de mis abuelos, donde tuvo lugar el «rodaje». Quedábamos allí por las tardes y organizábamos en el piso de arriba nuestro particular circo de disfraces y efectos especiales caseros. Yo me encargué de modelar una Tenia de plastilina con todos sus detalles para los planos cercanos, y otra menos «realista» para usarla de lejos como doble de acción. Alfonso la manipulaba tirando de ella con un hilo de pescar. Y aunque todos teníamos ideas muy locas y las incluíamos en la historia de común acuerdo, alguien tenía que figurar como «director». Por tanto Dani se ofreció a firmar aquel experimento.

Aquí estoy grabando a mi primo, que tenía que escupir agua a la cámara, protegida por un cristal y un vestido.

Las primeras escenas las grabó un compañero de clase que luego se arrepintió de meterse en aquel circo y huyó despavorido. Afortunadamente su cámara era una VHS-C como la de mis padres, así que nos dejó las cintas para seguir grabando, mis padres me prestaron su cámara, y al final la terminé heredando para hacer mis primeros cortos caseros de animación con muñecos G. I. Joe y miniaturas del Hero Quest.

Esa cámara tenía un zoom manual muy corto, un autofocus muy ruidoso, y sólo grababa. Para ver el contenido de las cintas había que meterlas en un adaptador a VHS estándar, ponerlas en el vídeo y cruzar los dedos. Era una experiencia parecida a la del revelado fotográfico, cuando no había modo de saber si la foto había salido bien hasta que recogías el carrete de la tienda y entonces te sorprendías (o te disgustabas) con el resultado. Y como tampoco sabíamos lo que era un «script», hubo muchos fallos de continuidad y al darnos cuenta los incluimos en la historia como otro chiste.

El montaje lo hice copiando las cintas de vídeo a vídeo, con lo cual era imposible ajustar los planos al corte, y el sonido no quedó muy bien porque no teníamos micrófonos y en todo momento se escuchaba el motorcillo del autofocus. Tampoco hubo dirección de fotografía porque la luz era la que había en la casa. Sólo utilizamos una lámpara para iluminar el pasillo de la entrada en un plano que al natural veíamos que estaba demasiado oscuro.

Colgado de la higuera de mis abuelos (foto invertida).

Nuestro profesor de inglés sabía que estábamos haciendo el corto de aquella historia, y cuando lo terminamos le dimos una copia para que lo viera. Cuál fue nuestra sorpresa cuando un día, en lugar de impartir teoría, dijo que íbamos a ver «una película» y nos sacó del aula para llevarnos a la sala de audiovisuales.

Por el camino los cinco amigos sospechábamos que era La Tenia pero no dijimos nada para ver la reacción de nuestros compañeros. Desgraciadamente no fue la que esperábamos, porque la escasa calidad de imagen y sonido del montaje hizo que algunas escenas no se entendieran y hubo que explicarlas después.

Nuestro primer estreno fue un poco agridulce. Aún así tuvimos la osadía de presentar La Tenia a un concurso de cortos de otro instituto que admitía obras de ficción y documental. Fuimos los únicos que participamos en la categoría de ficción… y el premio quedó desierto.

Para colmo, el organizador del concurso nos dijo: «podíais haber usado una mesa de mezclas para montar el corto». ¡Y precisamente queríamos las 2.000 pesetas del premio para comprar una!

Total, que no volvimos a presentar La Tenia a ningún concurso y tampoco hubo más proyecciones públicas. Pero sí hubo más de una copia privada circulando por ahí, y fue así como empezó su leyenda… por darle algo de emoción al relato.

La Tenia y sus copias en VHS empezaron a pasar de mano en mano, como se hacía antes. Primero entre familiares y amigos, y luego… a saber dónde terminaron las cintas. Lo cierto es que hubo chavales de nuestra edad que nos reconocieron por la calle. Decían: «Esos son los de La Tenia». Y a mi primo no le hacía gracia. En realidad los cinco éramos conscientes de que habíamos hecho «una frikada» y teníamos sentimientos encontrados con el corto. Molaba… y a la vez no molaba.

Pero la experiencia nos motivó a seguir contando historias con una cámara de vídeo. Quedábamos por las tardes para grabar pequeñas escenas de humor con las que jugábamos a hacer cine mientras aprendíamos sus secretos viendo los «making of» de películas que nos gustaban, o los documentales Movie Magic de Discovery Channel, que emitió Canal+ en los años 90. En aquellas tardes hicimos una trilogía de micro-cortos compuesta por Matanza en el BarLa Matanza 2: Perico Ataca y Matanza en el Bar 3: Alcampo Holocaust, títulos basados en los de la trilogía original de La Jungla de Cristal y que no tenían otra finalidad que lucir las pistolas de balines que se compró Alfonso, y que grabamos con la nueva y flamante cámara de vídeo 8mm. de Dani, que incluía alucinantes efectos de imagen como el pixelado, el blanco y negro o el modo sepia.

Nuestra imaginación adolescente no paraba de concebir proyectos muy locos y muy ambiciosos que nunca se llevaban a cabo porque no teníamos los recursos o el tiempo necesario. Añadiré también la motivación necesaria, porque de los cinco amigos sólo dos queríamos dedicarnos al cine y los demás consideraban lo de grabar cortos como un pretexto para juntarnos y echar unas risas. Ésta fue la razón por la que no prosperó el remake de La Tenia, el único cortometraje «serio» que El Club de Universo empezó a planificar en 1997 y del cual se rodaron unas pocas escenas en el verano de 1998 antes de que el proyecto se convirtiera en El Legado de Atecna. Pero ésa… es otra historia.

Otro proyecto que iniciamos y que tampoco se terminó fue la Aventura Gráfica de La Tenia, con la que íbamos a exprimir el humor del corto en un videojuego similar a los que triunfaron en los años 90, como los célebres Monkey Island o El Día del Tentáculo, ambos de la compañía Lucasarts.

Su argumento era el mismo del corto pero aprovechaba el formato de una Aventura Gráfica para plantear nuevas situaciones y puzles en la casa de Harry, donde el jugador podía controlar a Timber y al Doctor en su búsqueda de «La Inesperada Solución» para acabar con la Tenia.

Empecé a diseñar las pantallas del videojuego con el Deluxe Paint, que fue el abuelo del Photoshop, y conseguimos una copia de un programa llamado SCA (Sistema de Creación de Aventuras) que Víctor se estudió para llevar a cabo la parte técnica. Pero la carga de trabajo era bastante grande para dos personas y además ya estábamos con nuestras carreras universitarias, por lo que las prioridades cambiaron y lógicamente el videojuego también se canceló.

Muchos años después, en 2015, descubrí otro programa para hacer Aventuras Gráficas llamado Adventure Game Studio y quise sacarme la espinita de no haber podido avanzar más con el videojuego. Lo cierto es que llegué a completar una primera demo con gráficos y animaciones provisionales, pero al tener que alternar este «capricho no remunerado» con mi trabajo, acabé dejándolo. 

Una de las pantallas de la Aventura Gráfica de La Tenia
que realicé con el Adventure Game Studio.

Lo que sí empezamos y terminamos en poco tiempo fue una modificación de otro famoso videojuego de la época, el Doom, que generó muchísimas versiones de fans que sustituían los gráficos y sonidos originales por otros de su elección. Uno de los «MODS» más famosos fue el Chiquito Doom, que cambiaba los gritos de los monstruos por frases de Chiquito de la Calzada, logrando que el juego diera más risa que miedo.

Mi primo y yo fuimos los artífices del «Doomed Tenia», que realizamos a partir de una copia del corto… ¡en cinta Beta! Porque en su casa no había un vídeo VHS sino un Sonitron VCR-8900 Betacord que le duró muchos años y que conectamos a la tarjeta de sonido de su PC para grabar los sonidos y las voces del corto que nos interesaban. Luego, mediante una serie de comandos en MS-DOS, los asignamos a los sonidos originales del Doom y el resultado fue otra «frikada» que puedes descargar aquí.

En 2004, coincidiendo con el 10º Aniversario de La Tenia, digitalicé sus cintas originales para ver si podía montarlo en condiciones y descubrí algunas escenas que no se habían deteriorado mucho. Por desgracia otras tuve que importarlas desde una vieja copia en VHS, y el resultado fue un montaje lleno de planos con distintas calidades y texturas de imagen, defectos y saltos de fotogramas que el ordenador no pudo capturar. Un auténtico Frankenstein audiovisual en el que tuve que usar la imaginación y algunos efectos visuales para recuperar ciertas escenas.

Pero gracias a este montaje La Tenia no se perdió y ahora vive en otro huésped digital llamado Internet.

Cortometraje La Tenia remasterizado en 2004